La reciente noticia, divulgada por la prensa, sobre la fusión de los puestos de la dirección del Auditorio ADDA y el de la dirección titular de su sinfónica, ha generado un interesante debate en el ámbito del sector y como Asociación de Músicos Profesionales de Orquestas Sinfónicas (AMPOS), consideramos oportuno expresar nuestra opinión al respecto.
Desde nuestro punto de vista, esto va más allá de una simple reorganización administrativa ya que esta decisión podría plantear un conflicto de intereses que pusiera en riesgo tanto la calidad artística como la transparencia en la gestión de los recursos públicos.
La dirección artística de un auditorio abastecido con fondos públicos debería estar a cargo de una persona competente e imparcial, con profundos conocimientos en música y en gestión. Esta figura debería velar por los intereses generales haciendo una buena utilización de los fondos públicos de manera que se garantizara una oferta de programación variada y de calidad que respondiera a las necesidades culturales del conjunto de la ciudadanía. Cuando el director titular de una orquesta, con sus propios intereses profesionales y ambiciones personales, asume también este rol, la imparcialidad podría verse comprometida.
Así mismo, la programación de una orquesta sinfónica no debería ser dictada por los intereses personales de un solo individuo, sino que debería ser el resultado de un trabajo en conjunto, en el cual la figura de la dirección artística del auditorio actuara como un contrapeso necesario. Este balance garantiza que la orquesta cumpla su función como organismo al servicio de la ciudadanía, y no como una plataforma personal para los intereses de un solo artista o de su agencia.
Consideramos pues de vital importancia, que las instituciones culturales, orquestas y auditorios, mantengan una estructura que evite la concentración de poder en una sola figura. No se trata únicamente de una cuestión de principios, sino de asegurar que el dinero público se gestione con transparencia y que la oferta cultural sea variada y de alta calidad.
Desde AMPOS, creemos que la unificación de estos cargos no solo es un error, sino que podría sentar un precedente que fuera replicado en otras instituciones musicales. Por ello, instamos a las autoridades responsables a reconsiderar esta decisión y a apostar por una gestión que priorice la independencia, la transparencia y la excelencia artística.
La música, como bien cultural, merece ser protegida con estructuras organizativas que eviten cualquier tipo de conflicto de intereses y que garanticen su desarrollo en beneficio de la sociedad en su conjunto.
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